miércoles, 25 de mayo de 2011

El cólera como expresión del desastre urbano

César Pérez

Las últimas lluvias caídas en todo el país, que dieron fin a la grave sequía que nos afectaran durante meses han potenciado la bacteria del cólera, latente en las zonas urbanas más degradas del Santo Domingo metropolitano. Las medidas tomadas por el ministerio de salud y la sequía limitaron una epidemia que se sabía indetenible en esos espacios, como en otros igualmente degradados y segregados de otras ciudades del país.

El desastre urbano en que discurre la vida de la población de las principales ciudades haitianas, con las carencias de todo tipo de servicios, básicamente del agua, en los diversos manejos de esta, ha sido el factor determinante de la rápida propagación de la epidemia en Haití.

Los espacios urbanos dominicanos degradados, si bien no acusan los niveles carencias de los haitianos, constituyen lugares donde la epidemia se puede radicar y quedar por décadas, constituyéndose en vector contaminante para todos los espacios del territorio nacional, con consecuencias letales para la economía y cotidianidad del país.

Esta circunstancia, plantea de manera casi trágica la relación entre las políticas urbanas y las políticas de salud y la necesidad de que de una vez por todas, la clase política dominicana entienda la peligrosidad de su descuido en el tratamiento de los temas del urbanismo y el ordenamiento territorial. De manera sostenida, tenemos décadas exigiéndole a esa clase política y en particular a las autoridades locales que pongan esos temas en sus agendas, con resultados relativamente limitados. Desafortunadamente.

La inexistencia de planes reguladores de los procesos urbanos está provocando que las dos principales ciudades del país: Santo Domingo metropolitano y Santiago tengan un proceso de crecimiento que van englobando los asentamientos de sus periferias que, dado las complejidades y crecimiento de estas, las convierte en urbanas. Ese proceso, llamado de conurbación, desdibuja las diferencias rural/urbano creando una población de difusa identidad, ecológica y biológicamente insostenible.

Esos asentamientos periféricos, sin que sus integrantes se muevan del lugar, son absorbidos y devorados por la ferocidad del crecimiento espacial de las metrópolis. Es un fenómeno que está produciéndose en todos países de grandes cantidades de pobres, como China, la India, Brasil, Nigeria y en muchas ciudades de los ex países socialistas, incluyendo a Moscú. En tal sentido, no sería exagerado afirmar que en esas ciudades, podrían producirse las epidemias que en pasado devoran ciudades y poblaciones, como la descrita por Camus en su novela La Peste.

La preocupante aparición de nuevos casos de cólera en las zonas degradas de Santo Domingo, nos debe llevar a un enfoque equilibrado de esta potencial epidemia, saber que son multifactoriales las causas que la propagan y que de estos factores, las condiciones ambientales en que discurre la vida de la población es el más importante. En ese sentido, los ministerios de salud, medio ambiente, obras públicas y los institutos del agua potable y viviendas tienen que orientar sus prácticas en el sentido de crear un hábitat que evite o limite la propagación de las enfermedades que como el cólera se propaga rápidamente en zonas degradas y de hacinamiento y eso no se logra sin la existencia de un diseño de política urbana y territorial.

El diseño de esa política es responsabilidad de los gobiernos central y gobiernos municipales y hasta la fecha estas instituciones no dan muestra de poner en sus respectivas agendas la cuestión urbana. Por tal motivo, los esfuerzos que haga el ministerio de salud para evitar la propagación de cólera serán muy limitados, sino, desafortunadamente inútiles, por lo menos para evitar su devastador impacto en una economía que como la dominicana descansa en turismo y en algunos rubros de exportación agrícola.

25 DE MAYO DEL 2011

(Tomado de http://www.acento.com.do/index.php/blog/742/78/El-colera-como-expresion-del-desastre-urbano.html)